El movimiento del amor no está limitado a los seres humanos y quizás está menos deformado en otros reinos que en el humano.
Observa las flores y los árboles. Cuando se pone el sol y todo queda en silencio, siéntate por un instante y ponte en comunicación con la Naturaleza: sentirás ascender de la tierra, desde las raíces de los árboles, elevándose hacia arriba y corriendo a través de sus fibras hasta las ramas más altas y apartadas, la aspiración de un intenso amor y anhelo,—un anhelo de algo que trae luz y da felicidad, hacia la luz que se ha ido y que desean que vuelva de nuevo. Es un ansia tan pura e intensa que si puedes sentir el movimiento en los árboles, tu propio ser también se elevará en una ardiente plegaria hacia la paz, la luz y el amor que permanecen inmanifestados.
Una introducción al Yoga Integral de Sri Aurobindo y de la Madre a través de las flores